miércoles, 29 de agosto de 2012

Cayó el conejo


Cayó el conejo, y de un solo golpe dio muerte a su reloj y al tiempo que le perseguía desde hace ya tanto.

Cayó y por fin sintió que la prisa se le había terminado, sin ese sonido, sin el tic, tac, que le recordara que era hora del té.

No habría mas necesidad de tratos hipócritas con el tiempo, de adularlo y estar en “buenos términos” con él, solo se había detenido, había terminado sus pasos pequeños y asesinos.

Concluyó tras un arduo trabajo de análisis y teorías físicas que alguien dijo, que dijo alguien mas que; “había llegado el fin de los tiempos “, se debe aclarar que este conejo no estaba de ninguna manera contaminado por alguna idea apocalíptica, esa frase debe tomarse en el sentido mas literal: no mas tiempos de comer, no mas tiempos de lluvias, no mas tiempos de dormir, no mas tiempos de ir a la escuela y lo mas importante no mas tiempos del té.

Así fue que dicho conejo tomo una escopeta un traje militar y un pasamontañas (en alusión a alguien con quien el conejo se encontró una vez) y se fue decidido a terminar con todos los relojes de todos los mundos.

Era de suma importancia para la misión atacar esas fábricas donde es que el tiempo se hace

los que reproducían los relojes eran los culpables de nuestra interminable prisa, de nuestro ir y venir a toda velocidad, sin saber a donde vamos ni de quien corremos, esos demonios disfrazados de máquina que reproducen manecillas, extensibles, “pequeños infiernos”.

Esos divulgadores del tiempo, que nos hacían creer que era ¡tarde¡ tarde¡ , que nos obligaban a llegar “puntuales”. Eran los culpables de nuestras penurias, pues perseguidos por este demonio invisible, no había oportunidad de detenerse a ver llover, o a mirar hacia la nada.

Es difícil ser conejo, sobre todo en esta época donde hay que ocultar la colita de algodón entre los pantalones, caminar sin dar saltos, pasar desapercibido teniendo unos grandes bigotes y una nariz rosada, nadie se acostumbra a los que son diferentes, y aunque exista
gente que se crea vampiro o murciélago, ser conejo sigue siendo difícil.

La rebelión comenzó un día, no se cual, seguro pudo ser cualquiera, encapuchado y armado hasta los dientes, salió el conejo a la lucha. Yo nunca lo vi, pero escuche algún día de un “hombre” que a martillazos asesinaba relojes por las calles, muchos pensaron
que era jefe de alguna guerrilla, por llevar el rostro cubierto y una pipa en la boca,
pero nadie puede culpar a estos ingenuos hace ya muchos, muchos años que nadie cree que los personajes de cuento de vez en cuando vengan a visitarnos.
Finalmente el conejo tuvo que retirarse, nunca mas se escucho de él.
Unos dicen que se fue a vivir al norte, dicen que allá las oportunidades son muchas, otros (como yo) creemos que regresó al país de las maravillas y desde allá unido a una oruga, unas flores y un hombre con un sombrero muy grande forma un nuevo ejercito que volverá con mas fuerza, a terminar con el tiempo ese mal que nos ha robado a todos los hombres poco a poco la mirada