lunes, 1 de agosto de 2011

#razonesparagolpearatuesposa

No cabe duda que cuando uno piensa que vio el fondo del barril un pendejo siempre sabrá cómo seguir cavando.
Ahora resulta que en twitter la cualquierada responde a tan elevada cuestión(razonesparagolpearatuesposa) .
Entre las respuestas que encontramos al llamado a discutir este "interesante" tópico pueden leerse:

#razonesparagolpearatuesposa Cuando el pinche control de la TV no funciona, lo golpeas contra ella para que vuelva a funcionar.

LadyFOLLOW Mo†her Follow
#razonesparagolpearatuesposa si se queja por que pasas mucho tiempo en twitter

charcosombrio Luis Angel O-O¬
#razonesparagolpearatuesposa Si no esta calentando las tortillas al momento que comes tus sagrados alimentos!

NateFranq Nate Franco
#razonesparagolpearatuesposa para que pida perdón por no coger como dios manda

Gonzhalo0 lo que queda de
#razonesparagolpearatuesposa por que quiero sacar el FUA frente a ella! ... no podía evitar poner esto del FUA xD

manolo_adn Manolo Diaz
#razonesparagolpearatuesposa si se le estan quitando los moretones anteriores, hay que mantenerla actualizada!


Es obvio que dichas respuestas lo que buscan es generar risas y manifestar alguna forma de humor. No podría la interpretación ser tan pobre, como para quedarse en la afirmación que determinara las anteriores muestras como causas reales para golpear a una mujer.

No creo, a distinción de algunos otros análisis realizados respecto a lo ocurrido, que esto desde ninguna perspectiva incremente la violencia hacia las mujeres, por lo menos no en forma directa. Sin embargo, no puede negarse como manifestación de un problema cultural grave.

En algunos otros países la expresión: "Me cago en la hostia" es común manifestación de enojo, mientras que para el mexicano promedio, esta representa una herejía. Esto corresponde precisamente a una escala de valoración. Nuestro catolicismo anacrónico, no nos permite admitir esa clase de apelaciones frente a los objetos que consideramos sagrados (aunque no entendamos el contexto bajo el cual se nombran).

Nuestra valoración de la figura femenina se observa en las expresiones que consideramos permisibles como bromas o como insultos. Cagarse en la hostia está mal, pero apelaciones similares hacia las mujeres son cosa común.

Nos ofenden las mentadas de madre, pero insultos o chistes sobre mujeres son parte del "humor" del mexicano.
Al parecer aquí hay confusión, a la madre se le respeta, pero a la mujer no hay necesidad (como si fueran cosa distinta).
Basta ver como ejemplo lo siguiente:




La subnormal de Anahí, conocida por su desempeño como "actriz" y "cantante" con los RBD (a quienes no insultaré por el momento) sirve de imagen para mostrar como, cuando un hombre se convierte en un ser irritable o "sensible" (pues ha perdido su racionalidad debido su antojo de chocolate jajajaja), debe relacionarsele directamente con lo femenino.
Ni necesario debería ser recordar las apelaciones de Le Bon a la masa y su feminidad en tanto irracional y violenta para relacionarla con esta aberración producto de la mercadotecnia.
La distinción que si debe hacerse es que Gustave Le Bon vivió entre los años 1841 y 1913, Snickers promociona sus productos bajo estos supuestos en pleno 2011.

No necesitamos alabar a las redes sociales como auxiliares para determinar la mentalidad violenta que existe en esta cultura respecto a la figura femenina, ni decir que es bárbaro que existan ese tipo de discusiones.
Mientras no logremos observarlo en sus formas sutiles, señalarlo en las evidentes es tan útil como los retretes chinos que pueden agradecer los desechos de sus usuarios en tres idiomas distintos.

Salud!

lunes, 25 de abril de 2011

Sobre lo que manifiestan las manifestaciones

Quién va a marchar por los nadies?

Es una pregunta que retumba en mi cabeza, si bien, creo fervientemente que las manifestaciones ciudadanas dentro de los momentos de crisis, son justas y además necesarias, no puedo resolverme la cuestión.

El periodista Javier Sicilia tras la muerte violenta de su hijo, realiza un llamado a la ciudadanía, que retumba, que incita a cientos, a miles a salir a las calles en un grito de no más violencia. Sin embargo cuál es la distinción entre este y el resto de nuestros muertos.

Los ningunos, son los números, son cifras que se dibujan borrosas tras los nombres de los que tienen rostro, de los que son cercanos a alguien que tiene a la mano el poder de la convocatoria, que llega a las pantallas, a los periódicos, incluso al presidente.

Será que el dolor no consigue tocarnos, que la tristeza de los que lloran sentados en casa, de los que en el silencio del anonimato arrojan puños de tierra hacia las fosas donde se esconden esos que amaron y que no regresarán ya nunca, no resulta para nosotros una causa inspiradora.

Será que en medio de la tristeza que parece llover todos los días en esta tierra, decidimos cuidadosamente las gotas que nos toquen los labios, las manos, la cabeza, para entonces por esas (y sólo por esas) tomar aire para gritar fuerte, mientras el resto corren directo hacia ninguna parte, hacia el inevitable olvido.

Quién va a marchar por los nadies, por los muertos, de los que de por sí no tenían mucho, o no tenían nada. Quién va a doler por esos, de los que no conocemos el nombre, de los que los medios de comunicación piensan suficiente añadir a el número oficial (de por si dudoso) de víctimas.

Cuando se pretende comprender al "otro", mencionamos múltiples teorías, la autoconsciencia hegeliana, la otredad de paz, la teoría mimética de Girard, todas pretenden desentrañar la importancia de reconocernos en aquel que es “lo otro que yo y distinto de mi”. Sin embargo pareciera que esta no es la barrera que enfrentamos, dado que efectivamente los movimientos ciudadanos de los últimos días muestran que es posible reconocernos en algunos.

El problema radica en que el grito de justicia que tiramos al viento, viene desde un lugar que es ya de por si injusto, existe en un espacio donde la voz no le ha sido otorgada a cualquiera. La justicia que clamamos por unos, es a su vez la injusticia que le hacemos a los otros, cuya muerte pasa entre nuestros días sin que volteemos a verla, cuyos nombres no sabemos u olvidamos. De qué forma lograremos que el otro al que decidimos reconocer, no sea aquel al que el mismo discurso que subyace a nuestro sistema ya ha favorecido.

Quién va a marchar por los que se olvidan, por los que se mueren todos los días, cómo será que se comprenda que en un país como el nuestro, la mayoría estamos más cercanos a morir sin nombre, a ser olvidados, a ser números, antes de gestar algún tipo de revuelo.

Reitero: creo fervientemente que las manifestaciones ciudadanas dentro de los momentos de crisis, son justas y además necesarias. Al igual espero que pronto estas nos vengan como lo decía Martín Luis Guzmán, "más como un impulso generoso" inspiradas por un "otro" cualquiera, ninguno, cuyo dolor aprendamos a apropiarnos.

domingo, 23 de enero de 2011

El discurso oculto del kalimbazo

Dentro de los medios de comunicación en los últimos días se ha desatado una euforia casi incomprensible en torno al afamado "caso Kalimba".
Marchas, cobertura especial en programas de espectáculos y noticieros, se dedican a "informar" al pueblo mexicano sobre el avance de tan importante tópico. Sin embargo entre todo esto, navegan una serie de presupuestos y de barbaridades de las cuales deberíamos dar cuenta.

El discurso anacrónico respecto al rol femenino. Sin señalar culpables legales, moralmente hemos ya realizado nuestra selección entre víctima y victimario, "la mujer tiene que darse a respetar", "una mujer que va a un hotel ya sabe a lo que le tira" "¿Dónde estaban las mamás de estas niñas?", "ella lo sedujo y pues él es hombre",en todas se responsabiliza a la mujer de lo que ocurre.
Sin entrar en oscuras discusiones acerca de la culpabilidad real de cualquiera de los actores, es obvio que la condena social, cuando una de estas acciones tiene lugar, sigue reposando sobre las mujeres.
El caso ha logrado levantar discusión y preocupación entre las mexicanas que se levantan dedo y sin saber se señalan a ellas mismas. Cayendo nuevamente en ese discurso sobre el ser una buena mujer, sobre la decencia.
A mí, confieso sin tapujos, esto del "caso kalimba" me tiene tan sin cuidado, como la hora de defecar de mis vecinos. Sin embargo, no puedo evitar notar que bajo este pretexto la moralina mexicana se ha desbocado.
Mientras el caso kalimba ocurría (y ocurre) este país sigue siendo testigo de acciones de una violencia indecible, sin embargo, las mujeres decentes y los defensores de las buenas costumbres, tienen batallas más importantes que luchar. Eso de asentar que sólo las zorras salen de noche, o abortan, o tienen relaciones sexuales antes de la edad permisible, son causas que no van a defenderse solas. Estos puros, que ignoran que desde hace ya varios años la vida sexual (no sólo aquí, sino en el resto del mundo) tiene un inicio mucho, mucho más temprano. En lugar de buscar causas y realizar un análisis del fenómeno, se dedican meramente a referir frases tan absurdas como: ¡ya no hay moral!.
Dicen que al pueblo pan y circo, nada más cierto para el mexicano, que bajo cualquier pretexto desviará la vista de su realidad, para posarla sobre cualquier tontería que le sirva para fijar sus valores anacrónicos y su ira contenida.
Gente que lee esto, busquen la religión de su preferencia, apelen a la divinidad que más les sirva, que el fin se acerca. Nada más certero para demostrarlo que tanto pendejismo crónico.

viernes, 21 de enero de 2011

A Betsa le gustaba mucho el pan con leche...

http://www.milenio.com/node/620510


La indignación no cesa en este país de caernos del cielo, impunidad, corrupción, son términos con los que hemos aprendido a vivir.
Nos irritamos con el sistema, denunciamos públicamente lo ineficiente que es, sin embargo, en este movimiento olvidamos casi instantáneamente que todos los sistemas son productos humanos.
Pareciera que pretendemos hacer una limpia, ignorando que ni las de catemaco podrían rescatarnos de nuestras putrefactas entrañas.
¿Cómo reparar una cultura corrupta?,esa debiera ser la cuestión más apremiante. No pongamos nuestros ojos en los gobernantes, en los altos ejecutivos, que lo que estos hacen no es sino reproducir (de forma más visible) lo que el mexicano en términos generales realiza de forma cotidiana.
Cualquier coto de poder nos sirve para comernos al más chico, desde la mujer que comercia los transvales, hasta el viene viene auto denominado dueño de las calles. La dinámica se reproduce en el núcleo familiar dónde arbitrariamente asignamos roles de esclavo y amo entre nuestros hijos e hijas.
Entumecidos frente a la violencia, nos indignan los números, cómo si un muerto no fuera razón suficiente para condolernos, para que nuestra pena salga a que le de el sol, más de treinta mil es un motivo, Josafat, Betsa, son nadies, ningunas.
Bombardeados por imágenes violentas en los periódicos amarillistas, que circulan con la misma seriedad que donde escribiera el más preparado de los columnistas, aprendimos a mirar la violencia con menos asombro, la hicimos parte nuestra. Un atropellado en primera plana, algún suicida que se lanzó del puente y la sangre paulatinamente dejaba de horrorizarnos.
Pareciera un entrenamiento cuidadosamente fraguado, para que los muertos y las muertes fueran cada vez una cosa con menos impacto.
Y así fue que un país bañado en sangre, seguimos tan alarmados por las elecciones, los pleitos de lavadero entre nuestros partidos políticos, hasta por saber si kalimba será o no culpable de violación.
Comentamos en forma casi de consolación que todo esto es culpa de la guerra contra el narco, sin embargo, ésta ha funcionado más como una ventana, a través de la cual podemos mirar la frigidez con la que el mexicano observa la muerte, la tortura, la tristeza.
Es ésta indiferencia, que le permite dormir tranquilo por las noches y seguir mirando por la tarde la rosa de Guadalupe, seguir justificando su pasividad a través de las demandas (que además se limitan a pláticas de café) que realiza a su gobierno, seguir esperando a que las muertes sean números gruesos, para entonces cambiar su imagen en twitter o facebook.
Esto termina como comienza, la indignación en este país no deja de caernos del cielo.

jueves, 13 de enero de 2011

Y sigue la mata dando...




¿Se imagina alguien ser la orgullosa madre o el padre satisfecho de alguno (a) de estos infantes?


Me viene la frase tan de mi madre "en mis tiempos esto no se usaba" y es verdad, en la escuela primaria donde yo me formara durante mis primeros años, los bailables para el 10 de mayo o el día del padre, eran bonitas melodías de cri-cri, o alguna cosa instrumental donde a uno le permitían mostrar sus dotes rítmicas (que en mi caso no fueron tantas).

No es de alarmar la forma del baile (que muchos conservadores han mencionado como causa de los embarazos adolescentes) sin embargo, realizarlo en un festival escolar no me parece tan apropiado, sobre todo bajo el doble discurso que con tanto orgullo manejamos.

Por una parte se castiga en las escuelas públicas a cualquier alumno que ose realizar un movimiento indebido frente a nuestro lábaro patrio, no digamos de las normas estrictas en secundarias dónde se les prohíbe utilizar la falda mas de dos dedos sobre la rodilla o maquillaje (por aquello de incitar a los varones hacia el "mal"), sin embargo se permiten estos bailes que resultan obviamente sugerentes.

Otra manifestación maravillosa de nuestra doble moral: -No permitamos que las niñas utilicen maquillaje, pero perrear en tarimas es cosa diferente-. (Ignorando el machismo disimulado en ambas normas)

La falta de consistencia entre los discursos y las acciones es evidente entre lo que he mostrado, sin embargo, se extiende en otros muchos vericuetos que no menciono porque son mucho menos divertidos que ver el vídeo que se comparte al inicio del post.