lunes, 25 de abril de 2011

Sobre lo que manifiestan las manifestaciones

Quién va a marchar por los nadies?

Es una pregunta que retumba en mi cabeza, si bien, creo fervientemente que las manifestaciones ciudadanas dentro de los momentos de crisis, son justas y además necesarias, no puedo resolverme la cuestión.

El periodista Javier Sicilia tras la muerte violenta de su hijo, realiza un llamado a la ciudadanía, que retumba, que incita a cientos, a miles a salir a las calles en un grito de no más violencia. Sin embargo cuál es la distinción entre este y el resto de nuestros muertos.

Los ningunos, son los números, son cifras que se dibujan borrosas tras los nombres de los que tienen rostro, de los que son cercanos a alguien que tiene a la mano el poder de la convocatoria, que llega a las pantallas, a los periódicos, incluso al presidente.

Será que el dolor no consigue tocarnos, que la tristeza de los que lloran sentados en casa, de los que en el silencio del anonimato arrojan puños de tierra hacia las fosas donde se esconden esos que amaron y que no regresarán ya nunca, no resulta para nosotros una causa inspiradora.

Será que en medio de la tristeza que parece llover todos los días en esta tierra, decidimos cuidadosamente las gotas que nos toquen los labios, las manos, la cabeza, para entonces por esas (y sólo por esas) tomar aire para gritar fuerte, mientras el resto corren directo hacia ninguna parte, hacia el inevitable olvido.

Quién va a marchar por los nadies, por los muertos, de los que de por sí no tenían mucho, o no tenían nada. Quién va a doler por esos, de los que no conocemos el nombre, de los que los medios de comunicación piensan suficiente añadir a el número oficial (de por si dudoso) de víctimas.

Cuando se pretende comprender al "otro", mencionamos múltiples teorías, la autoconsciencia hegeliana, la otredad de paz, la teoría mimética de Girard, todas pretenden desentrañar la importancia de reconocernos en aquel que es “lo otro que yo y distinto de mi”. Sin embargo pareciera que esta no es la barrera que enfrentamos, dado que efectivamente los movimientos ciudadanos de los últimos días muestran que es posible reconocernos en algunos.

El problema radica en que el grito de justicia que tiramos al viento, viene desde un lugar que es ya de por si injusto, existe en un espacio donde la voz no le ha sido otorgada a cualquiera. La justicia que clamamos por unos, es a su vez la injusticia que le hacemos a los otros, cuya muerte pasa entre nuestros días sin que volteemos a verla, cuyos nombres no sabemos u olvidamos. De qué forma lograremos que el otro al que decidimos reconocer, no sea aquel al que el mismo discurso que subyace a nuestro sistema ya ha favorecido.

Quién va a marchar por los que se olvidan, por los que se mueren todos los días, cómo será que se comprenda que en un país como el nuestro, la mayoría estamos más cercanos a morir sin nombre, a ser olvidados, a ser números, antes de gestar algún tipo de revuelo.

Reitero: creo fervientemente que las manifestaciones ciudadanas dentro de los momentos de crisis, son justas y además necesarias. Al igual espero que pronto estas nos vengan como lo decía Martín Luis Guzmán, "más como un impulso generoso" inspiradas por un "otro" cualquiera, ninguno, cuyo dolor aprendamos a apropiarnos.

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